El contrato que casi tumba a una Pyme
- Sefy Ltda

- 6 oct
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Carlos siempre cuenta que, en el mundo de los negocios, lo que parece una gran oportunidad puede esconder la mayor amenaza. La historia de su colega Mariana es un claro ejemplo: un contrato con una gran empresa mixta que prometía duplicar los ingresos de su empresa casi termina por desaparecerla del mapa. Mariana conoció a este cliente gracias a una recomendación de Carlos en un evento de empresarios. La pyme de ella se dedicaba a suministros industriales y llevaba meses buscando dar un salto de crecimiento. Cuando apareció un contrato con cifras muy atractivas con dicha empresa, la emoción fue más fuerte que la prudencia. Sin asesoría legal, sin revisión detallada y con el miedo a perder la oportunidad, firmó. Pensó: “si no lo hago ahora, otro lo hará”.
Lo que Mariana no vio fue que el contrato incluía condiciones que hoy reconoce como trampas: Penalizaciones desproporcionadas incluso por retrasos mínimos (incumplimiento de obligaciones contractuales), obligaciones de pagar anticipos a proveedores aún sin recibir producto (manejo incorrecto de anticipos) y responsabilidad total por retrasos provocados por causas externas, como un paro de transporte (obligaciones que exceden el control del contratista). Estas situaciones no son excepcionales. Son parte de los escenarios más comunes donde entra a operar un seguro de cumplimiento.

Un retraso de apenas quince días en la entrega, provocado por un paro de transporte, fue suficiente para que el cliente exigiera el pago inmediato de una multa millonaria. De un día para otro, el esfuerzo de años estuvo a punto de perderse. Mariana sintió que todo lo que había construido estaba en riesgo. Carlos, al enterarse, revivió sus propios temores, pues él mismo había estado cerca de una situación similar antes de conocer SEFY.
Afortunadamente, Mariana había seguido un consejo que Carlos solía repetir en las reuniones empresariales: “Nunca firme sin respaldo”. Gracias a esa advertencia, había adquirido una póliza de cumplimiento. Cuando todo parecía perdido, el seguro respondió financieramente frente a la multa impuesta por el cliente, le dio margen para reorganizar su empresa y cumplir con el resto de sus compromisos y evitó que un tropiezo puntual acabara con años de trabajo.

La experiencia de Mariana demuestra lo que Carlos ya había aprendido. Un contrato puede ser tanto una oportunidad como una trampa. Muchos creen que el riesgo está en el incumplimiento del otro, cuando en realidad la ley suele hacer responsables a quienes firman. El mensaje es claro, nunca firme sin leer cada detalle, nunca firme sin asesoría y, sobre todo, nunca firme sin respaldo. Los negocios se construyen con confianza, pero esa confianza debe estar asegurada.
En SEFY entendemos que cada contrato es más que un papel: es la promesa de que una empresa seguirá creciendo. Por eso acompañamos a empresarios como Carlos y Mariana, para que ningún descuido legal tumbe lo que tanto esfuerzo ha costado.
Proteja sus contratos con SEFY y firme sin sorpresas.



