El viaje que casi le cuesta el negocio…
- Sefy Ltda
- 4 jul
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Tomás, el hijo mayor de Carlos, había comenzado a involucrarse cada vez más en la empresa familiar. Después de algunos proyectos exitosos de logística y ventas en la región, llegó una oportunidad inesperada: asistir a una feria internacional en Panamá para explorar alianzas estratégicas. Era su primer viaje al exterior representando a la empresa, y aunque se mostraba tranquilo, sabía que todo debía salir perfecto. La semana antes del vuelo fue un caos, ya que entre correos, presentaciones y reservaciones de última hora, Tomás dejó de lado ciertos detalles. Carlos, con la experiencia que los años le habían dado y con el recuerdo de varios errores costosos en el pasado, le preguntó:
—¿Ya tiene la asistencia de viaje?
—¿Asistencia? Pero si voy solo por cuatro días… no voy de vacaciones, papá, ¿eso para qué? —respondió Tomás, sin darle mayor importancia.

Carlos no discutió. Solo envió un mensaje a su asesor de seguros y dejó todo listo para su hijo. El evento en Panamá empezó con fuerza. Charlas, reuniones, propuestas, tarjetas de presentación. Tomás se estaba luciendo, todo iba de maravilla. Sin embargo, en la noche del segundo día, comenzó a sentirse mal; pensó que era por el cambio de alimentación o el cansancio del viaje. Al amanecer, los síntomas se intensificaron: fiebre, náuseas, deshidratación. Fue trasladado a urgencias y diagnosticado con una intoxicación severa. La feria continuaba sin él mientras permanecía en observación. Las llamadas a casa fueron inevitables, y Carlos, aunque preocupado, le comentó:
—Tranquilo, lo más importante es que está cubierto, ya que antes de que viajara, le gestioné una asistencia de viaje. No piense en la cuenta. Más bien descanse.

La atención médica, los medicamentos, la extensión del hospedaje, el cambio de tiquetes y hasta la asistencia legal para recuperar un documento extraviado en el aeropuerto fueron cubiertos por la asistencia de viaje. Tomás regresó unos días después de lo planeado. La feria no salió como esperaba, pero aprendió una lección clave: estar preparado va más allá de tener la maleta lista y los discursos ensayados. También implica tener el respaldo que permite enfrentar lo inesperado. Hoy, en las reuniones de la empresa, cuando alguien habla de “ahorrar” en seguros y protección, Tomás es el primero en intervenir. No por teoría, sino por experiencia.
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