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El error que casi lo deja sin negocio

  • Foto del escritor: Sefy Ltda
    Sefy Ltda
  • 8 may
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 9 may


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Marco lleva años en el sector de instalaciones técnicas. Monta redes eléctricas, cámaras, sensores, entre otros. Cosas que a simple vista parecen de rutina, pero que en la práctica requieren precisión y cumplimiento. Tiene un equipo pequeño pero confiable, y aunque nunca estudió leyes ni administración, siente que tiene buen olfato para los negocios. Un día le llegó un contrato grande: la instalación de sistemas de seguridad en una torre empresarial. Los pagos eran buenos, buenos clientes y estaba todo dentro de los tiempos que a él le gustaba manejar. Marco, emocionado, leyó por encima, firmó y arrancó. Carlos, su mejor amigo y quién tenía mucha experiencia, lo llamó esa noche.


—¿Lo revisó con alguien?

—¿Qué? ¿El contrato? Nah. Está todo claro. Y es buen cliente —dijo Marco.

—Yo también decía eso —respondió Carlos.


Pasaron tres semanas. El cliente pidió a Marco ciertas cosas que él creía fuera del alcance inicial, pero que en realidad sí estaban estipuladas en el acuerdo firmado. Marco reclamó, pero le indicaron que así constaba en el documento. Luego vino lo peor. Un fallo en una cámara no instalada por él en el edificio donde trabajaban, pero que, según la empresa, era su responsabilidad, generó perjuicios a un visitante del lugar. Ahí fue cuando se dio cuenta de tres cosas que había hecho mal:


  1. Firmó sin revisión legal. Ni él ni su abogado entendieron del todo las implicaciones.


  2. No se fijó en las cláusulas de responsabilidad. El contrato lo hacía responsable de más cosas de las que le correspondían.


  3. No contempló penalizaciones. Las multas estaban escritas con letras pequeñas, pero las consecuencias eran grandes.


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Y lo más grave fue que no tenía un seguro de cumplimiento, ni una póliza de responsabilidad civil extracontractual (RCE). Si lo hubiera tenido, el seguro habría cubierto el costo del supuesto daño, e incluso podría haber respaldado su posición frente al cliente. Pero ahora todo caía sobre él. Carlos fue el que le ayudó a salir del hueco, con referencias, apoyo y la experiencia que le dejaron sus propias caídas.


En ese momento, Carlos le dijo: “A veces uno aprende después del golpe, pero si puedo ahorrarle uno, que sea este: no firme sin respaldo.”


Hoy Marco ya no ve los seguros como un gasto. Los ve como una red que le permite crecer sin miedo. Su nueva regla es simple: contrato sin revisión, no se firma. Proyecto sin póliza, no se arranca, pues a veces lo que hunde un negocio no es la falta de trabajo, sino la confianza ciega.


En Sefy sabemos que los errores legales cuestan caro, pero también sabemos cómo evitarlos. No firme a ciegas. Firme con respaldo.

 
 
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